Asesinato fue una representación virtual de una de las memorias genéticas de Altaïr Ibn-La'Ahad, revivida por Desmond Miles en 2012 a través del Animus.
Descripción[]
Altaïr se infiltró en la Ciudadela de Acre para asesinar a Guillermo de Montferrat.
Diálogo[]
Altaïr podría entrar en la cámara de Jabal antes de salir.
- Jabal: Altaïr.
- Altaïr: Debo descansar un poco. Enseguida continuó.
- Jabal: Entiendo. Pero apresúrate. Al Mualim quedó complacido con tu última misión. No le decepciones en esta.
Hermano, eliminar a Guillermo de Montferrat no será fácil, pero debe hacerse.
¿Te preocupa algo? Sabes ya todo lo necesario para cumplir tu misión. ¿Qué haces aún aquí?
Deberías seguir con tu misión.
Al Mualim ha vuelto a confiar en ti. Es el primer paso hacia tu redención. ¿Es que no quieres continuar por esa senda?
Altaïr, continua con tu misión.
Altaïr se acercó a la fortaleza, justo cuando el rey Ricardo estaba a punto de partir, con Guillermo caminando a su lado.
- Ricardo: Tres mil vidas, Guillermo. Se me dijo que los harían prisioneros para poder canjearlos por nuestros hombres.
- Guillermo: Los sarracenos no habrían respetado su parte del trato. Sabéis que es verdad. Os he hecho un favor.
El rey Richard se rió.
- Ricardo: ¡Oh claro, un enorme favor de hecho! ¡Ahora las convicciones de nuestro enemigo serán más firmes, y luchará con más denuedo!
- Guillermo: ¡Conozco a nuestro enemigo! ¡Esto no infundirá valor, sino miedo en su corazón!
- Ricardo: Decidme, ¿Cómo es que conocéis tan bien sus intenciones? Vos que abandonáis el campo de batalla para jugar a la política.
- Guillermo: ¡He actuado bien, he hecho justicia!
- Ricardo: ¡Jurasteis hacer respetar la obra de Dios, Guillermo! ¡Pero eso no es lo que veo aquí! ¡No, veo a un hombre que la pisotea!
- Guillermo: Me duelen vuestras palabras, mi señor. Creía que ya me habría ganado vuestra confianza.
- Ricardo: Sois el regente de Acre, Guillermo, y gobernáis en mi ausencia. ¿Qué más muestra de confianza queréis? ¿Acaso queréis la corona?
- Guillermo: ¡Vos no lo entendéis! ¡Y nunca lo habéis hecho!
- Ricardo: Aunque me encantaría perder el tiempo charlando con vos, tengo una guerra que ganar. Proseguiremos en otra ocasión.
- Guillermo: Pues no os retengo más, majestad.
El rey Ricardo se fue con su escolta y se dirigió a Arsuf.
- Guillermo: En nuestro nuevo mundo no habrá sitio para hombres como él.
Guillermo se volvió hacia uno de sus hombres.
- Guillermo: Comunica que quiero hablar a las tropas. Debemos cerciorarnos de que todos cumplen su parte. Cualquier negligencia será castigada con severidad. ¡No estoy de humor para aguantar necedades hoy!
- Soldado: ¡Sí, mi señor!
- Guillermo: ¡Los demás, seguidme!
Guillermo y sus hombres se retiraron a la fortaleza. Altaïr se abrió paso dentro, y logró atrapar a Guillermo en medio de una conferencia a sus hombres.
- Guillermo: ¡Hombres! ¡Acercaos! ¡Tengo algo que deciros! Vengo de hablar con el rey, y traigo malas noticias. Nos acusa de no haber cumplido con nuestro deber. Se niega a reconocer nuestra valiosa contribución a la causa.
- Soldados: ¡Qué vergüenza! ¡Qué ignorancia! ¡Se equivoca!
- Guillermo: ¡Calma, calma! ¡Refrenad la lengua! Sí, lo que dice es falso, pero no falta razón en sus palabras. Es fácil encontrar defectos en este lugar, y sacarle faltas. ¡Nos hemos vuelto negligentes, y perezosos!
- Soldados: ¡Jamas! ¡Estamos comprometidos! ¿Por qué decís eso?
- Guillermo: Os he visto entrenar. Os falta convicción y ahínco. Os dedicáis a charlar y jugar. No cumplís las tareas que os son asignadas, o las hacéis a medias. ¡Pues se ha terminado! ¡No voy a consentir que vuelva a humillarme de esa forma! Tal vez no os deis cuenta, pero debéis saber, ¡que todo es por vuestra culpa! ¡Nos habéis deshonrado a todos! ¡Conquistamos Acre con pericia y dedicación! ¡Necesitamos esas virtudes para conservarla! ¡Os he consentido mucho, sí, pero se acabo! ¡Vais a entrenar más duro y más a menudo! Si hay que perder sueño, o saltarse comidas, que así sea! Como falléis en vuestras tareas, os enseñaré lo que es la verdadera disciplina. Traed a esos hombres.
Dos de los soldados de Guillermo fueron adelantados para ser interrogados.
- Guillermo: Si he de escarmentar a algunos para que los demás obedezcáis, lo haré. Se os acusa de emborracharos y acostaros con rameras, de servicio. ¿Qué tenéis que alegar?
- Soldado 1: P-por favor, no p-pretendíamos hacer nada malo.
- Soldado 2: F-fue un descuido. No volverá a suceder.
- Guillermo: No, cierto.
Los dos hombres fueron ejecutados.
- Guillermo: La negligencia en el deber es contagiosa. Hay que erradicarla y destruirla. Solo así, evitaremos que se propague. ¡¿He hablado claro?!
- Soldados: ¡Si, mi señor! ¡Muy claro! ¡A vuestras ordenes!
- Guillermo: Bien, bien. Regresad a vuestras tareas, animados por un nuevo sentido del deber. Si tenéis fuerza, y determinación, triunfaremos. Pero si falláis, os uniréis a estos dos hombres, dadlo por cierto. ¡Podéis iros!
Una vez que Guillermo terminó, Altaïr lo asesinó. En cambio, si Altaïr enfrentaba a Guillermo, este diría.
- Guillermo: ¡Guardias, sellad la fortaleza! ¡No dejéis que el Asesino salga con vida!
¡Estúpidos ineptos, matadle!
Un Asesino. Debí suponerlo. ¡Cerrad las puertas! ¡Aplastad a los paganos!
¡Sois todos unos inútiles! Yo mismo me encargaré de él.
¡Escoria! Merecías la muerte.
Acabado el combate, Altaïr lo asesinó.
- Altaïr: Relajaos. Vuestros planes se acabaron.
- Guillermo: ¿Qué sabes de mis planes?
- Altaïr: Sé que pensabais matar a Ricardo, y reclamar Acre para vuestro hijo, Conrado.
Guillermo río.
- Guillermo: ¿Para Conrado? ¡Mi hijo es un asno, incapaz de dirigir a sus huestes, no digamos un reino! Y Ricardo, don sí y no, es aún peor. Solo está cegado por su fe en lo insustancial. Acre no es para ninguno de ellos.
- Altaïr: ¿Entonces para quién?
- Guillermo: Acre pertenece a sus ciudadanos.
- Altaïr: ¿Cómo os atrevéis a hablar por ellos? Le robáis la comida, les castigáis sin clemencia, los obligáis a servir vuestras ordenes.
- Guillermo: Lo he hecho pensando en prepararlos para el nuevo mundo. ¿Robar comida? No. La requiso para que cuando lleguen las vacas flacas pueda ser racionada. Observa, en mi distrito no hay crímenes, salvo por los que comenten los de tu calaña. En cuanto a los reclutas, no se les entrena para combatir. Sino para que aprendan el valor del orden y la disciplina. Vamos, eso no puede ser malo.
- Altaïr: Por muy nobles que sean vuestras intenciones, esos actos son crueles y deben terminar.
Guillermo se rió una vez más.
- Guillermo: Ya veremos cuán dulces son los frutos de vuestros desvelos. Vosotros no liberáis las ciudades, más bien las condenáis. Al final, la culpa será solo vuestra. Vosotros, que habláis de buenas intenciones.
Altaïr luego escapó de la ciudadela y regresó a la casa.
- Jabal: ¿Hay noticias?
- Altaïr: Guillermo de Montferrat ha muerto. Y con él, su intento de traición.
- Jabal: Has hecho bien, salvando Acre de sus garras.
- Altaïr: ¿Pero por qué ahora, cuando los cruzados necesitan más unidad? ¿Por qué no esperó?.
- Jabal: ¿Esperar a qué? ¿A que Ricardo volviera y descubriera su plan? No, era el momento perfecto para actuar.
- Altaïr: Qué extraño... Creí que quería tomar Acre para Conrado, pero él me dijo que no es ese su plan.
- Jabal: No confíes en las palabras de una víbora, incluso en la muerte, es venenosa.
- Altaïr: Me gustaría hablar con Al Mualim.
- Jabal: Sí, amigo mio. Ve a Masyaf. Seguro que espera tus noticias.
Antes de dejar la ciudad, Altaïr volvería a hablar con Jabal.
- Jabal: Altaïr. ¿Qué haces aquí? Creí que Al Mualim quería verte.
- Altaïr: Tengo mis razones.
- Jabal: No deberías hacer esperar a nuestro Maestro. Vuelve a Masyaf cuando puedas.
Ya no tienes nada que hacer en Acre, amigo. Vuelve a Masyaf, e informa a Al Mualim de tu éxito.
Es hora de que lleves a Masyaf noticias de Guillermo. Seguro que complacen a Al Mualim.
Altaïr. Al Mualim querrá enterarse de la muerte de Guillermo. Deberías ir a verle ya.
Al Mualim te espera.
Hermano, aquí ya no eres necesario. Habla con Al Mualim.
Altaïr dejó la casa y regresó a Masyaf.
- Al Mualim: Ven, Altaïr. Ya me he enterado de tus éxitos.
- Altaïr: He cumplido tus órdenes.
- Al Mualim: Bien, bien. Te noto raro, como ausente. ¿Qué te pasa?
- Altaïr: Cada hombre al que mato me habla con enigmas. Después cuando vengo a pedirte respuestas, me contestas con misterios y acertijos. ¡Se acabó!
- Al Mualim: ¿Cómo te atreves a decir "se acabó"?
- Altaïr: Yo soy el que lo matas. ¡Si quieres que siga, tendrás que hablarme claro de una vez!
- Al Mualim: Ten cuidado, muchacho. No me gusta ese tono.
- Altaïr: ¡Y a mí no me gusta que me engañen!
- Al Mualim: Te he dado la oportunidad de recuperar el honor perdido.
- Altaïr: ¡Más bien, arrebatado! ¡Por ti! ¡Y ahora me mandas a buscarlo como un perro detrás de un hueso!
Al Mualim tomó la espada que estaba sobre su escritorio.
- Al Mualim: ¡Pues tendré que buscar a otro! Qué lástima, tenías un gran potencial.
- Altaïr: Si tuvieras a otro Asesino, ya lo habrías mandado a él. Dijiste que encontraría la respuesta cuando no necesitara hacer la pregunta. No te pregunto. ¡Exijo saber qué relación hay entre esos hombres!
- Al Mualim: Lo que dices es cierto. Esos hombres están unidos, por un juramento de sangre como el nuestro.
Al Mualim colocó la espada sobre el escritorio.
- Altaïr: ¡¿Qué son?!
- Al Mualim: Non nobis Domine, non nobis.
- Altaïr: Templarios.
- Al Mualim: Ahora por fin comprendes el poder de Roberto de Sable.
- Altaïr: Todos esos hombres, gobernantes, generales.
- Al Mualim: Todos han jurado servir su causa.
- Altaïr: Sus actos individuales no tienen sentido. Pero en conjunto. ¿Qué es lo que buscan?
- Al Mualim: ¡Conquistar! ¡Quieren la Tierra Santa, pero no en nombre de Dios, sino para ellos mismos!
- Altaïr: ¿Qué pasa con Ricardo? ¿Y Salah Al'din?
- Al Mualim: Los templarios destruirán a todo el que se les oponga. Puedes estar seguro de que tienen medios para hacerlo.
- Altaïr: Entonces hay que detenerlos.
- Al Mualim: Esa es nuestra misión, Altaïr. Hay que liberar al mundo de esa lacra.
- Altaïr: ¿Por qué me has ocultado la verdad?
- Al Mualim: Quería que tú mismo la descubrieras. En toda tarea, el conocimiento precede a la acción. La información adquirida, es mucho más valiosa que la recibida. Además, tu conducta reciente no me inspiraba mucha confianza.
- Altaïr: Ya veo.
- Al Mualim: Altaïr, tu misión no ha cambiado. Solo ha cambiado el contexto en el que la percibes.
- Altaïr: Armado con ese conocimiento, comprenderé mejor los templarios que quedan.
- Al Mualim: ¿Hay algo más que quieras saber?
- Altaïr: El tesoro que Malik halló en el Templo de Salomón. Roberto estaba ansioso por recuperarlo.
- Al Mualim: A su debido tiempo lo sabrás todo, Altaïr. Igual que has descubierto por ti solo el papel de los templarios, comprenderás la naturaleza de su tesoro. Por ahora, anímate pensando que no está en su poder, sino en el nuestro.
- Altaïr: Si ese es tu deseo.
- Al Mualim: Lo es. Se te ha devuelto otro grado, y también un arma más. Úsala para honrar a la hermandad.
Cuando Altaïr estaba a punto de irse, Al Mualim lo detuvo.
- Al Mualim: Altaïr, antes de irte.
- Altaïr: ¿Sí?
- Al Mualim: ¿Cómo sabías que no iba a matarte?
- Altaïr: La verdad, Maestro, es que no lo sabía. Ha sido un acto de fe.
Si Altaïr regresaba a la casa de Asesinos en Acre, Jabal le diría algunas frases.
- Jabal: ¡Altaïr! ¿Qué te trae por aquí? No tengo trabajo para ti.
No tengo nada para ti en este momento. Vuelve en otra ocasión.
Acre está tranquila, amigo. No tienes nada que hacer aquí
Quizás en otra ciudad tengan trabajo para ti.
Altaïr, no hay trabajo para ti en Acre. Prueba en Jerusalén o Damasco. A lo mejor necesitan tus servicios.
Si Guillermo fue asesinado antes de Abu'l Nuqoud y de Majd Addin, se produjo un dialogo diferente.
- Al Mualim: Ven, Altaïr. Quiero hablar contigo.
- Altaïr: Te obedezco.
- Al Mualim: Me he enterado de tus éxitos. Tienes mi gratitud, y también la de esta tierra. Al liberar a las ciudades de esos gobernantes corruptos contribuyes a la causa de la paz.
- Altaïr: ¿Cómo estás tan seguro?
- Al Mualim: La forma de actuar de los gobernantes se refleja en el pueblo. Al limpiar la corrupción de las ciudades, también curas los corazones y las mentes de sus habitantes.
- Altaïr: El enemigo no está de acuerdo.
- Al Mualim: ¿Qué quieres decir?
- Altaïr: Todas mis victimas me han confesado cosas muy extrañas. No se arrepienten. Incluso al morir se les ve confiados en su victoria. Aunque no lo han reconocido, hay un vínculo que los une. Estoy seguro.
- Al Mualim: Hay una diferencia entre lo que nos dicen que es verdad, y lo que vemos que es verdad. La mayoría prefiere prescindir de esa diferencia. Así todo es más sencillo. Es natural que te fijes, y te hagas preguntas.
- Altaïr: ¿Y qué vínculos hay entre esos hombres?
- Al Mualim: Piensa en ello. También es tu deber reprimir esos pensamientos, y confiar en tu Maestro. Pues no puede existir la paz sin el orden. Ni el orden sin la autoridad.
- Altaïr: ¡Es contradictorio, Maestro! Me aconsejas que me fije en todo, y después que lo olvide. ¿Por qué?
- Al Mualim: Tendrás tu respuesta cuando ya no necesites hacer la pregunta.
- Altaïr: Supongo que no me has llamado solo para aleccionarme.
Al Mualim se río.
- Al Mualim: Está bien. Has recuperado otro grado y otro arma. Quedan dos gobernantes. Debes asegurarte de poner fin a sus mandatos.
Si Guillermo fue asesinado después de Abu'l y de Majd, se produjo un dialogo diferente.
- Al Mualim: Pasa, Altaïr. ¿Has descansado bien? ¿Estás listo para otra misión?
- Altaïr: Lo estoy. Pero antes me gustaría... hacerte unas preguntas.
- Al Mualim: Adelante. Responderé lo mejor que pueda.
- Altaïr: El Rey Mercader de Damasco mató a los nobles de la ciudad. En Jerusalén Majd Addin recurría al miedo para subyugar al pueblo. Sospecho que Guillermo quería matar a Ricardo y apoderarse de Acre. Todos ellos debían ayudar a sus superiores, pero decidieron traicionarlos. Lo que no comprendo es por qué.
- Al Mualim: La respuesta es obvia. Los templarios desean el poder. Cada uno de esos hombres reclamaba su ciudad en nombre del temple, para que los templarios pudiesen gobernar Tierra Santa, y otros lugares. Pero su misión está condenada al fracaso.
- Altaïr: ¿Por qué?
- Al Mualim: Sus planes dependen del tesoro templario, el Fruto del Edén. Pero lo tenemos nosotros, y sin él nunca conseguirán sus objetivos.
- Altaïr: ¿Qué es ese tesoro?
- Al Mualim: Es la tentación.
- Altaïr: Solo es un pedazo de plata.
- Al Mualim: ¡Míralo bien!
Al Mualim sostuvo el Fruto del Edén ante Altaïr.
- Altaïr: ¿Qué se supone que debo ver?
- Al Mualim: Este "pedazo de plata" desterró a Adán y Eva. Convirtió bastones en serpientes, separó las aguas del Mar Rojo. Fue la causa de la Guerra de Troya, sirvió a un humilde carpintero para transformar el agua en vino.
- Altaïr: Para tener tanto poder parece un objeto normal. ¿Cómo funciona?
- Al Mualim: El hombre que lo tiene domina las mentes y corazones de todo el que lo mira, o que lo "prueba", como dicen ellos.
- Altaïr: Los hombres de Garnier.
- Al Mualim: Un experimento con hierbas para asegurar sus efectos, y prepararse para cuando lo tuvieran.
- Altaïr: Talal les daba nombres. (sic debería ser "hombres") Y Tamir los equipaba. Se estaban preparando para algo. ¿Para qué?
- Al Mualim: La guerra.
- Altaïr: Y los demás, quienes gobernaban las ciudades, pensaban hacer con sus habitantes, lo mismo que hacia Garnier.
- Al Mualim: Ciudadanos perfectos. Soldados perfectos. Un mundo perfecto.
- Altaïr: Roberto de Sable no debe recuperar el tesoro.
- Al Mualim: Mientras él y sus hermanos sigan vivos, lo intentarán.
- Altaïr: Debemos acabar con ellos.
- Al Mualim: Justo lo que has estado haciendo. Hay dos templarios más que aún requieren tu atención. Uno en Acre, se llama Sibrand. El otro en Damasco, llamado Jubair. Ve a ver a los jefes locales. Ellos te darán instrucciones.
Al Mualim despachó palomas a ambas ciudades.
- Altaïr: A tus ordenes.
- Al Mualim: Hazlo rápido. Nuestros éxitos están poniendo nervioso a Roberto de Sable. Sus seguidores harán todo lo que puedan por descubrirte. Saben que les busca un hombre con capucha blanca, así que te estarán esperando.
- Altaïr: No me encontrarán. Soy un aguja en un pajar.
- Al Mualim: Toma, esto es para ti. En agradecimiento por lo que has hecho.
Resultado[]
Altaïr asesinó a Guillermo de Montferrat y regresó a Masyaf para informar a Al Mualim, donde aprendió la verdadera naturaleza de sus enemigos.