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Gian Giacomo Caprotti da Oreno (1480-1524), conocido comúnmente como Salai fue un pintor renacentista italiano, ayudante y posible amante de Leonardo da Vinci.

Biografía[]

Primeros años[]

Alrededor de 1490, a la edad de 10 años, Gian fue acogido como aprendiz por da Vinci. El maestro se sintió inmediatamente atraído hacia él y en el segundo día de enseñanza, Leonardo ya había decidido encargar un par de camiseta, unas medias y un jubón para Gian.

A pesar de su generosidad, Gian robó el dinero que Leonardo había separado para pagar por los ropajes y se negó a confesar, a pesar de que Leonardo estaba convencido de su culpabilidad. En otra ocasión distinta, Leonardo llevó a Gian con él para cenar con Giacomo Andrea. Gian cenó por dos y hacía travesuras como si fuera cuatro, pues rompió tres vinagreras y desparramó el vino.

Las continuas malas conductas de Gian hicieron que Leonardo le acabara apodando "Salaì", por el pequeño diablo de la épica romántica Morgante. Salai se encariño del alias recibido por su maestro y comenzó a hacerse llamar por ese nombre, incluso negándose a responder cuando le llamaban por el de su nacimiento.

Los dos permanecieron muy unidos, Leonardo le ayudaba siempre con sus composiciones pictóricas y le ayudaba a salir de la cárcel con frecuencia. A cambio, Salaì sirvió como modelo para varios de los cuadros de Leonardo, incluyendo su retrato de San Juan Bautista.

Aprendizaje en Roma[]

Leonardo: «Tengo intención de acompañarte a los muelles, pero no puedo dejar mi taller sin mi asistente»
Ezio: «Bién, una tarea fácil»
Leonardo: «¡Ah, me temo que subestimas a Salaì!»
— Leonardo y Ezio acerca de Salaí, 1499

Durante la estancia de Leonardo en la Villa Auditore de Monteriggioni, a la cual había sido invitado por Mario Auditore y Ezio Auditore da Firenze, hizo investigaciones en los estudios de Pitágoras. Cuando se encontró con la localización de las catacumbas que contenían al Templo de Pitágoras alrededor de 1499, Salaì y él se trasladaron a Roma.

Allí, Leonardo exploró las catacumbas durante años hasta que encontró la entrada al templo. Salaì se encargaba de cuidar el taller, pero casi siempre se encontraba apostando en la taberna local, La Zorra Dormilona. Durante este período, Leonardo hablaba abiertamente con Salaì acerca del templo, de los Frutos del Edén y detalles acerca de los asesinos de los cuales era aliado; un descuido que irritó a Ezio cuando se enteró y uno que también acabo llamando atención no deseada por parte del Culto de Hermes.

La Desaparición de Da Vinci[]

En 1506, Ezio visitó a Leonardo con el fin de pedirle ayuda para encargar un barco. Como Leonardo no podía abandonar el taller sin su asistente, Ezio salió a buscar a Salaì mientras Leonardo permanecía allí.

Ezio consiguió convencer a Salaì para abandonar su juego de azar y acompañarle, pese a la insistencia de sus compañeros de juego. Sin embargo, resultó que los compañeros de juego con los que se estaba entreteniendo eran miembros del Culto de Hermes que tenían la intención de entretenerlo en la taberna para secuestrar a Leonardo y descubrir la entrada al Templo de Pitágoras.

A Roll of the Dice 9

Ezio y Salaì llegan al destrozado taller de Leonardo

Los herméticos atacaron al dúo, pero se libraron de ellos sin problemas. Ezio se dio cuenta entonces de que Leonardo corría peligro, por lo que Salaì decidió guiarle hasta el taller por la ruta más rápida. Por desgracia, llegaron demasiado tarde y los herméticos ya habían raptado al pintor.

Salaì entró en pánico y comenzó a llamarle, convencido de que seguía allí. Ezio trató de calmarle y le preguntó por la localización de las catacumbas que Leonardo había estado investigando, pero Salaì no sabía nada de ello. Después de buscar por el destrozado taller, encontraron una pista que Leonardo dejó escrita en el suelo "Dipinti Della Villa" (Las pinturas de la Villa).

Salaì mandó a Ezio a la residencia de Lucrecia Borgia, dónde las pinturas se encontraban, y esperó hasta que el asesino volvió con todas ellas. A pesar de que no encontraron ninguna pista en los marcos, Salaì recordó como Leonardo estaba experimentando con una tinta invisible y sugirió a Ezio usar su don para ver lo que escondía en las pinturas.

El Maestro Asesino copió las piezas del mapa escondidas en las pinturas y obtuvo la localización del templo. Mientras Ezio se marchaba, Salaì le rogó que trajera a Leonardo de vuelta. Leonardo, nada más ser rescatado por Ezio, también preguntó por Salaì y quedó aliviado al saber que estaba a salvo.


Personalidad[]

A Roll of the Dice 5

Salaì caminando junto a Ezio.

A pesar de haber sido enseñado por Leonardo, Salaì no tenía ningún tipo de cautela a la hora de gastar su dinero. Una vez, llegó a convencer a un mercader de arte que una de sus pinturas pertenecía a Leonardo para ganar algo más de dinero. Además, gastaba un montón de dinero fuera del taller y tenía un serio problema con el juego que incluso Ezio intentó detener.

Salaì también era alegre y pillo, tratando de provocar a Ezio la primera vez que se encontraron e insistiendo en darle conversación a pesar del poco entusiasmo del Asesino.

A pesar de que siempre robaba el dinero de su maestro y lo gastaba en ropas caras y en el juego, también adoraba a Leonardo y su secuestro le causó gran consternación. Los dos permanecieron devotos el uno al otro hasta la muerte de Leonardo en 1519. Leonardo dejó en herencia a su aprendiz la mitad de sus viñedos y una de sus pinturas más conocidas, La Gioconda.

Salaì también era hábil con las dagas y en la carrera libre, usando los tejados como medio para llegar a casa más rápido desde la taberna.

Curiosidades[]

  • Ezio comentó a Leonardo que Salaì y él estaban hechos el uno para el otro y que aprobaba su relación, lo cual dejó a Da Vinci sin palabras.
  • En 1506, Salaì comentó que no sabía leer y que Leonardo tenía pensado enseñarle en un futuro.

Apariciones[]

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